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domingo, 2 de abril de 2017

NUNCA HUBO MÁS HIELO EN 100.000 AÑOS


Del cero al infinito: pocas coincidencias y mucha controversia en la evolución del hielo ártico



     Los estudios paleoclimatológicos que indagan en los climas prehistóricos suelen presentar resultados francamente disonantes con la línea oficial que insiste en un mundo pasado prístino y de clima invariable hasta que fue hollado y desnaturalizado por el maldito heteropatriarcadocapitalista.
 
     Estábamos acostumbrándonos a ver gráficas como la de abajo. Muestra la evolución de la extensión del mar helado en el Ártico en agosto desde el siglo VI, nada menos. En esa época nos visitaban, para quedarse, los visigodos seguramente huyendo del frío. En rojo, valores observados y en azul reconstruídos: nueva comparación de peras con manzanas que se consiente por ir en la línea progre; en parvulitos hubieran suspendido.
 
     El gráfico es de un estudio del chileno Christophe Kinnard y fue publicado en Nature en 2011. Esa constancia de una variable al fin y al cabo meteorológcia es absurda y demuestra hasta donde se puede deformar la realidad científica.





     Pues bien, en una reciente publicación (Stein et al. 2017) se han estudiado biomarcadores extraídos en registros sedimentarios  de los mares de Chukchi de Siberia Oriental. Por cierto, este invierno una flotilla de rompehielos de Putin quedó varada este invierno en esa zona. Esos biomarcadores están relacionados directamente con la extensión de mar cubierto por el hielo y señalan los posibles procesos que controlan los presentes y pasados cambios del hielo marino. Se remonta a hace unos 12.000 años cuando acabó la glaciación, período denominado Holoceno.
 
Sus conclusiones son (figura de abajo):
  • El mínimo en la extensión de hielo en esa zona se produjo al principio del Holoceno
  • Gran variabilidad de corto plazo durante la mitad del Holoceno
  • Significativo incremento del hielo en los últimos 4.500 años
     Estas circunstancias son extensible al resto de las zonas del Ártico. Los factores principales que controlan esos cambios pueden ser la disminución de largo plazo (por cambios orbitales) en la insolación de verano y tal vez en cambios en los flujos de agua y calor que entra desde el Pacífico. La variabilidad de corto plazo en la mitad del registro (rápidos cambios hacia arriba y abajo) está probablemente relacionada con el forzamiento solar, circunstancia que, por cierto, se repite en muchos registros paleoclimatológicos. 
 
Seasonal quiere decir que hay hielo estacionalmente (no hay en verano), perennial, todo el año, y reduced, no hay en verano y en meses cercanos al verano.

 
 
     Hay otros estudios que utilizando datos de observaciones documentadas históricas como la de los hielos que frecuentan las costas de Islandia que también muestran importantes variaciones en el tiempo, insistiendo en la misma circunstancia.
 
     Basándose en un trabajo de Koch en 1945 sobre las observaciones históricas de hielo en Islandia, Lassen y Thejll con su estudio "Multi-decadal variation of the East Greenland Sea-Ice Extent: AD 1500-2000" reconstruyen la evolución durante estos siglos del hielo en esa zona ártica, relacionándola además con una posible influencia de la actividad solar.
 
     En sus gráficos son fácilmente reconocibles los clásicos períodos cálidos o fríos como el período cálido medieval y la pequeña edad de hielo.
 
 
 
     En conclusión, todo esto no tiene nada que ver con un clima inmutable que no existe más que en las ilusiones sicotrópicas del adanismo progre. Si tenemos en cuenta que el Holoceno es el actual período interglacial y el previo a la última glaciación ocurrió hace unos 100.000 años, parece aventurado considerar la situación actual como alarmante.

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